lunes, 15 de agosto de 2016

"La vivienda social nace de un interes de las empresas constructoras por meterse en un campo donde antes no hacian negocio. Lo que hacen es bajar los estandares pero siguen con sus mismos preconceptos de clase media. Está enfocado desde la oferta, no desde la necesidad" Joan Macdonald
Para pensar...

domingo, 31 de julio de 2016

CARTA DE UN ESTUDIANTE DE ARQUITECTURA
“DISEÑA TUS SUEÑOS HASTA QUE LOS VEAS ERGUIRSE COMO EDIFICIOS ANTE TUS OJOS”
Lucia Rizo Patrón Minaya
Cuantas veces escuché decir que la época universitaria es una de las mejores épocas que una persona puede tener. Mientras nosotros, los jóvenes estudiantes, deseamos tener una vida de adultos, los adultos no se cansan de decirnos que no quememos nuestras etapas y que disfrutemos el ser universitarios, que luego vamos a desear con todas nuestras fuerzas serlo nuevamente. Seguro muchos nos preguntamos ¿Por qué? ¿Por qué es la mejor época? ¿Amanecerse haciendo maquetas es una buena época? ¿Ver cómo muchas veces rompen tu trabajo de largas madrugadas en un minuto es algo motivador? ¿Perder tu nombre y ser un código es algo digno?
Soy estudiante de arquitectura, y si tengo un nombre… sin embargo en el aquí y en el ahora eso no es importante. Acaba la época escolar…examen de admisión…ingreso…primer día de universidad ¿y ahora? Si retrocedemos un par de años y hacemos un esfuerzo por recordar aquel primer día de colegio, seguro no recordaremos con claridad aquel rostro que nos acompañó y guió hasta nuestro salón de clase, pero sí podremos recordar el calor de esa mano que nos sujetó fuerte y nos dio la seguridad que necesitábamos para culminar esos primeros años de estudios. Sin embargo, ¿Quién sujeta mi mano hoy? ¿A cuál salón debo dirigirme? Y la pregunta más importante ¿Dónde está mi facultad?
Luego de haber dado cinco vueltas a toda la universidad, ingresar a unos cuantos salones por error preguntando ¿El taller del arquitecto Salas? Y recibir como respuesta miradas que marcaban en mi frente el nombre de cachimbo, por fin escogí mi lugar para recibir la primera clase que me dará un título para el resto de mi vida. El reloj marca las ocho de la mañana, e ingresan al salón cinco arquitectos riendo, cada uno con una taza con café en la mano. ¿Así me veré en un par de año?, me pregunté. Mientras soñaba con los ojos abiertos viendo a aquellos cinco nuevos personajes que se encontraban de pie frente a mí.
“Bienvenidos alumnos a la facultad de arquitectura y urbanismo y sobre todo bienvenidos a su taller… a partir de hoy vivirán taller, respirarán taller, comerán taller” Miré a mi alrededor, a mis nuevos compañeros y futuros colegas, para no sentir que era la única desconcertada y en sus caras encontré la comprensión que buscaba. El arquitecto continúo… “Este es el curso con el que iniciarán su carrera profesional y con el que culminarán, no es porque sea el curso que dictamos pero necesitamos que quede claro que es la columna vertebral de la carrera, sin taller de diseño no son nada. Si no se enamoran de la arquitectura, mejor se dedican a otra cosa” Una vez culminado el discurso de bienvenida y luego que quedó muy claro que el curso de taller se convertía en nuestra prioridad a partir de ese día, inicio la clase. Abrí mi mochila, saqué mi cuaderno nuevo, busqué mi cartuchera y me preparé para apuntar cada una de las palabras que el profesor dijera. Sin embargo, una vez más me sorprendí. El arquitecto prendió la computadora y el proyector, nos enseñó fotos de casas muy modernas. Una vez que le dio la vuelta a la presentación, prendió la luz de salón y escribió en la pizarra: “Entrega de maqueta el próximo lunes. Escala 1/50. Definir los ambientes y sus funciones.” No dudé en preguntar a la persona que se encontraba a mi costado si sabía que significaba escala 1/50 y su respuesta me llevó a más dudas… ¿tú sabes que es una función?
Luego de un par de minutos de dudas interminables y de cuestionarme varias veces si había escogido bien, nos introdujeron a aquel fiel compañero que nos acompañará durante toda nuestra vida profesional: El escalímetro. Y es así como partí a mi nueva aventura de descubrir cómo hacer maquetas, las mejores técnicas para cortar el cartón, como pegar sin unir mis dedos y sobre todo como iniciar el proceso de diseño.
En los próximos meses culminaré mis estudios y saldré a la gran jungla de concreto a buscar aquel trabajo que se convertirá en mi pasión. He gozado, he sufrido y sobre todo he dejado parte de mi juventud en todos esos días de clase y madrugadas de diseño, pero todo sea por mi sueño. Sé que mi título no me dará un nombre, mi nombre hará mi título. Sé que empezaré desde abajo, pues aún no despego y para llegar a la cima me hacen falta horas de vuelo. Sé que necesito vocación al servicio, obsesión al detalle, capacidad para comunicar, ser un observadora de la realidad, tener sentido común, ser una idealista, saber trabajar en equipo, paciencia en cantidad, humildad, buen gusto, gusto por la innovación, ser autocrítica y sobre todo tenacidad, pero lo más importante diseñar mis sueños hasta que los vea erguirse como edificios antes mis ojos.